¡Qué suerte tenemos de saber que algunos escritores son unos indeseables! De este modo, podemos invocar su pésima salud ética para condenar su literatura cuando ésta no es favorable a nuestros intereses.
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información