DESPERTA FERRO CONTEMPORÁNEA Nº 38: BERLIN 1945 (I). LA OFENSIVA SOVIETICA

DESPERTA FERRO CONTEMPORÁNEA Nº 38: BERLIN 1945 (I). LA OFENSIVA SOVIETICA

Editorial:
DESPERTA FERRO
Ano de edición:
ISBN:
978-92-0-392317-0
Páxinas:
68
Encadernación:
Grapado
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A efectos prácticos, el 15 de abril de 1945 la Segunda Guerra Mundial en Europa había terminado. Alemania, perdidos sus últimos aliados e invadida por el este y por el oeste, estaba acabada y todos eran conscientes de ello. Solo Adolf Hitler, enterrado en su búnker, se negaba a ver lo evidente, solo el soldado soviético, enterrado en su trinchera a la espera del asalto definitivo, trataba de olvidar que aún le quedaban ríos de sangre por cruzar pues frente a él se hallaba Berlín, la “guarida de la bestia nazi”, cuyos accesos estaban defendidos por hombres que sabían que tendrían que luchar hasta el amargo final. El presente número de Desperta Ferro Contemporánea, primero de los dos que dedicaremos a la batalla de Berlín en su 75.º aniversario, quiere narrar, precisamente, los combates y los hombres que lucharon en torno a la capital del Reich, como los encarnizados combates en los altos de Seelow, y cómo algunos se fueron retirando lentamente a la ciudad semicercada y cómo otros se dejaron la piel para escapar de la bolsa de Halbe, o para abrir camino a sus compañeros que huían hacia occidente. El próximo número, que también versará sobre esta batalla, será el que nos introduzca en las calles y plazas que fueron testigos de la caída de la ciudad y del final efectivo de la guerra en Europa.

Entre el Óder y el Rin. El asalto aliado al Reich por Richard W. Harrison

Ciertamente, Stalin tenía buenos motivos para estar satisfecho con el curso de la guerra. Solo un año antes, las posiciones del ejército alemán en los sectores meridional y central del frente aún se mantenían en el río Dníeper, a pesar de las derrotas en Stalingrado y Kursk, mientras que en el norte seguían amenazando Leningrado. Pero desde entonces, una serie de gigantescas ofensivas los habían alejado de la ciudad y expulsado de los Estados bálticos. En otros sectores, los soviéticos habían destruido todo un Heeresgruppe alemán en Bielorrusia y habían avanzado hasta el río Vístula, frente a Varsovia. Más al sur, Stalin estaba en vías de cumplir el sueño zarista de un imperio balcánico, gracias a la invasión de Rumania y Bulgaria y la conquista de la mayor parte de Hungría, donde un enorme contingente alemán había sido embolsado en su capital. A principios de 1945, los alemanes apenas conservaban una pequeña porción de territorio soviético en la península de Curlandia, en el oeste de Letonia, donde varias divisiones aun resistían obstinadamente.

El ocaso del Ejército alemán por Gregory Liedtke (Laurier University)

A comienzos de 1945, la fuerza y las capacidades del Ejército alemán eran una sombra del pasado. Durante el año anterior había sido víctima de una serie de catástrofes en el campo de batalla: la retirada precipitada del Heeresgruppe Süd en primavera, la destrucción del Decimoséptimo Ejército y el derrumbe del frente italiano en mayo, el aniquilamiento del Heeresgruppe Mitte en Bielorrusia en junio y julio y el del Heeresgruppe Südukraine en Rumanía en agosto y el colapso de sus ejércitos en Francia. Las bajas sufridas en estas derrotas ascendían a millones de hombres y decenas de miles de carros de combate, piezas de artillería y vehículos a motor. En total, una quinta parte, aproximadamente, de las divisiones disponibles a primeros de 1944, habían sido borradas del orden de batalla a fin de año, y varias docenas más habían sufrido un serio varapalo.

La carrera por Berlín por Harold J. Goldberg (Sewanee, the University of the South)

Aunque los soviéticos tenían claro que Berlín les había sido asignado en Yalta, Stalin y su Estado Mayor estaban convencidos de que los aliados pretendían capturar Berlín, por lo que el 1 de abril, Zhúkov y Kónev fueron llamados al Kremlin. En aquella reunión, Stalin insistió en que era imperativo tomar Berlín “en el plazo más breve posible” y designó el 16 de abril como fecha de inicio de la ofensiva, con un plazo de dos semanas para su conclusión. El Primer Frente de Bielorrusia de Zhúkov, al este de la ciudad, tendría el papel principal en el asalto, mientras que el Primer Frente de Ucrania de Kónev atacaría desde el sur y el Segundo Frente de Bielorrusia de Rokossovski al norte de las tropas de Zhúkov. Aparentemente limitado a la periferia meridional de Berlín, Kónev quería límites más flexibles y un papel más relevante para su frente y Stalin, encantado con el espíritu agresivo del mariscal, animó su rivalidad con Zhúkov.

“Sé práctico: regala un ataúd”. La vida cotidiana en Berlín por Roberto Muñoz Bolaños (Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado-UNED)

El 1 de enero de 1945, cinco minutos después de la medianoche, se emitió el mensaje de Año Nuevo de Hitler. El Führer explicó a sus compatriotas que la contienda se estaba ganando, diciéndoles que su fe en ellos “permanecía inquebrantable”. Resultó irónico que esas palabras coincidiesen con el mayor bombardeo de la guerra sobre la capital alemana. Tal vez, mientras hablaba, entre el fragor de las bombas y los cañones antiaéreos, Hitler ya estaba pensando en instalarse en el refugio que había mandado construir en la cancillería, el célebre Führerbunker. El 16 de enero, durmió en él por primera vez. Probablemente tomó esta decisión tras el bombardeo británico que arrasó Dresde entre el 13 y el 16 de ese mismo mes y que, según Bellamy, provocó unas veintisiete mil víctimas. La mañana del 3 de febrero, la ciudad fue víctima de ataques protagonizados por mil fortalezas volantes de las fuerzas aéreas estadounidenses que, según Empric, provocaron la muerte de unos tres mil berlineses. Los sufrimientos de la población acababan de empezar.

El ataque a los altos de Seelow por Adrian Wettstein (Militärakademie an der ETH Zürich)

La batalla por los altos de Seelow ya tenía vencedor mucho antes de que los primeros proyectiles soviéticos cayeran sobre las posiciones defensivas alemanas. En la víspera de la Operación Berlín, el Noveno Ejército del General der Infanterie Theodor Busse desplegaba 129 000 soldados apoyados por 512 carros de combate, cazacarros y cañones de asalto, 1602 piezas de artillería y unos 300 aviones operacionales. Enfrente, el Primer Frente de Bielorrusia, comandado por el mariscal Gueorgui Konstantinovich Zhúkov, había reunido 908 500 soldados, 3155 carros de combate y 17 824 cañones y morteros, además de contar con el apoyo de casi 4200 aviones. Así, los futuros atacantes disfrutarían de una superioridad de 7 a 1 en infantería, 6 a 1 en carros de combate, más 11 a 1 en artillería y de 14 a 1 en aviones. Además, y por si estas cifras no eran lo suficientemente abrumadoras, los defensores adolecían de más desventajas aún, entre ellas la carencia de todo tipo de suministros y refuerzos.

El Ejército Rojo en 1945 por Alexéi Isaev

A finales de marzo de 1945, Gueorgui Zhúkov, comandante en jefe del Primer Frente de Bielorrusia, había preparado dos escenarios posibles de cara al avance hacia Berlín. A la vez, el 28 de marzo se había dirigido J. V. Stalin, su comandante supremo, para solicitar los recursos necesarios para este difícil desafío. Entre otras cosas, pidió más tropas. “A la vista de la baja cantidad de hombres en las divisiones de fusileros, se tendrán que suministrar treinta mil efectivos como refuerzo”. La afirmación “baja cantidad” es bastante ilustrativa. Este era uno de los principales problemas a los que se enfrentaba el Ejército Rojo en 1945. La solicitud de Zhúkov fue aceptada en su totalidad, y los refuerzos llegaron en tres tandas: trece mil cien hombres el 15 de abril, catorce mil doscientos el 20 y dos mil setecientos el 30. Como las tropas fueron enviadas justo antes del inicio de la operación no fue posible reponer las fuerzas de las unidades que iban a pasar al asalto el 16 de abril mientras todavía era de noche. Los recién llegados serían empleados para restaurar el potencial de las unidades del frente durante el combate.

El Kessel de Halbe por Peter Lieb (Zentrum für Militärgeschichte und Sozialwissenschaften der Bundeswehr)

La batalla por los altos de Seelow había terminado. Tras cuatro días de combate, el Primer Frente de Bielorrusia del mariscal Gueorgui Zhúkov había forzado finalmente la ruptura del frente y había penetrado hacia Berlín. El Noveno Ejército del General der Infanterie Theodor Busse había sido derrotado y sus cuatro cuerpos de ejército apuntaban en tres direcciones diferentes. Al norte, el CI Cuerpo de Ejército (Generalleutnant Freidrich Sixt) intentaba abrirse paso hacia el Tercer Ejército Panzer (General der Panzertruppen Hasso von Manteuffel). En el centro, los restos del LVI Cuerpo Panzer (General der Artillerie Helmuth Weidling) se retiraban hacia Berlín. Los dos cuerpos de ejército en el sur, a priori, se encontraban en mejor situación: aunque el XI Cuerpo Panzer de las SS (SS-Obergruppenführer Matthias Kleinheisterkamp) había sufrido numerosas bajas durante los combates en los altos de Seelow, las unidades del V Cuerpo de Montaña de las SS (SS-Obergruppenführer Friedrich Jaeckeln) permanecían prácticamente intactas hasta entonces y en gran medida habían sido capaces de mantener su frente en el río Óder. Sin embargo, a espaldas de ambos cuerpos la situación había evolucionado de forma catastrófica.

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