DESPERTA FERRO ESPECIALES XVI:  PANZER VOL. II (1941): DE ÁFRICA A BARBARROJA

DESPERTA FERRO ESPECIALES XVI: PANZER VOL. II (1941): DE ÁFRICA A BARBARROJA

Editorial:
DESPERTA FERRO
Ano de edición:
ISBN:
978-92-0-365398-5
Páxinas:
82
Encadernación:
Rústica (Tapa blanda)
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Si en el primer volumen de la serie de especiales dedicados al arma Panzer nos centramos en los los dos primeros an~os de la Segunda Guerra Mundial, cuando la Blitzkrieg alemana arrolló a todos sus oponentes, en este vol.2, Panzer (1941). De África a Barbarroja, nos internamos en 1941, un an~o totalmente distinto, pues las tropas Panzer abandonaron la Europa ma´s desarrollada para desplazarse a escenarios be´licos lejanos y difi´ciles, que supusieron desafi´os extraordinarios. A primeros de febrero empezo´ a desembarcar en Tri´poli el Afrika Korps, una fuerza acorazada destinada a operar sometida a variaciones extremas de temperatura, la arena que lo desgastaba todo y la carencia de agua, todo ello, adema´s, al final de una cadena logi´stica precaria. En abril, se inicio´ la campan~a de los Balcanes, en la que los Panzer tuvieron que internarse en las deshabitadas montan~as que se extendi´an en torno al monte Olimpo, un terreno quebrado en el que fueron los soldados, ma´s que la tecnologi´a, los aute´nticos he´roes, ya que consiguieron llevar sus carros de combate ma´s alla´ de lo que se consideraba posible. Pero la aventura suprema fue la Operación Barbarroja, la invasio´n de la Unio´n Sovie´tica, una campan~a en la que si bien el clima y el terreno volveri´an a ser una dificultad, el aute´ntico problema fue que tuvieron que enfrentarse, por primera vez, a carros de combate superiores en muchos aspectos. Sin embargo, y a pesar de todas estas dificultades, a lo largo de este an~o el arma Panzer alemana volvio´ a demostrar su versatilidad profesional y la supremaci´a de sus carros de combate y de sus tripulantes para derrotar a los enemigos con que se enfrento´; y tambie´n aprendio´ de las experiencias vividas para desarrollar tanques nuevos de cara a las batallas por venir.

Tácticas Panzer hasta 1941 por Jonathan M. House

El término “tácticas Panzer” trae a la memoria imágenes de la Blitzkrieg, de bombarderos en picado con Stuka en vertiginoso descenso para volarlo todo en el camino de los tanques alemanes, que avanzan con rapidez, sobrepasan las posiciones defensivas enemigas y sumen al oponente en el desorden. La realidad fue diferente a la percepción que acabamos de sugerir: con más fuerzas terrestres de todas las armas, además de los tanques, actuando juntas; y menos aéreas, con una intervención de la Luftwaffe más limitada. El presente artículo esquematizará la evolución de las tácticas acorazadas alemanas durante 1941, para luego enfrentarse a la mal entendida cooperación entre el Ejército alemán y la Luftwaffe. Tras la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles restringió el Ejército alemán a tan solo 100 000 soldados profesionales enrolados por un plazo largo, y prohibió que tuviera carros de combate, aviones, artillería pesada, gases venenosos y otras armas complejas de la época. Sin embargo, en vez marchitarse por ello, el pequeño ejército que quedó ejecutó una serie de análisis intensivos de su reciente experiencia militar y desarrolló una doctrina cuyo fin era utilizar lo mejor posible los recursos disponibles, fueran estos los que fueran.

Panzer en las Termópilas por Peter Wood

El 28 de febrero de 1941, el Decimosegundo Ejército Alemán entró en Bulgaria para preparar la Operación Marita. El 2 de marzo, en respuesta a esta amenaza, las tropas aliadas empezaron a desembarcar en Grecia. Dicho contingente, denominado Fuerza W, estaba formado por la 6.ª División australiana, la 2.ª neozelandesa y la 1.ª Brigada Acorazada británica, y su fuerza de combate y su capacidad para organizar una defensa en profundidad eran mucho menores que las que habrían tenido las nueve divisiones que, en un principio, determinaron los jefes aliados que eran necesarias para defender Grecia. Con la entrada de Yugoslavia en guerra la situación empeoró más todavía, pues dicho país no solo no fue capaz de ocupar a las tropas alemanes por un tiempo que mereciera la pena, sino que permitió que estas sortearan las defensas griegas en la línea Metaxas y se internaran por las montañas en un eje norte sur que los aliados no habían previsto inicialmente. El último combate de esta campaña tuvo lugar, curiosamente, en el paso de las Termópilas donde, como un moderno Leónidas, el general neozelandés Barrowclugh trató de contener el avance de los Panzer hacia Atenas para dar tiempo a que el contingente aliado reembarcara, aunque esta vez el destino estuviera mucho más allá de las costas griegas.

Panzer IV Primera evolución del carro definitivo por Thomas Anderson

En diciembre de 1936 se dieron las órdenes de producción de una primera tanda, de treinta y cinco ejemplares, de Begleitwagen del modelo 1./BW, más conocido como PzKpfw IV Ausf A. Por fuera, el carro de combate era muy similar al BW I de Krupp, pero el motor no alcanzaba los 300 cv de potencia indicados en las especificaciones. Con una protección acorazada de 14,6 mm, el tanque cumplía con la propuesta de blindaje delgado emitida en 1935; una decisión que es muy probable que se tomara para cumplir con el peso máximo de 18 t, que era el máximo que podían soportar los puentes. Se determinó que la tripulación sería de cinco hombres, que se dividirían las tareas técnicas y tácticas entre las funciones del comandante del carro, conductor, operador de radio, tirador y cargador, un esquema que iba a mantenerse en la inmensa mayoría de los carros de combate alemanes de la segunda guerra mundial. El arma principal del PzKpfw IV fue esta pieza de tubo corto con un bloque de cierre que se abría hacia abajo y sistema de disparo eléctrico. El tubo tenía un calibre de 75 mm y un largo, incluida la culata, de 1767 mm, un ánima rayada de 1308 mm y una recámara de 260 mm. La velocidad inicial del proyectil variaba entre los 385 y los 450 m/s, según el tipo de munición, y su alcance extremo era de 6000 m.

La derrota de Hitler en el este David Stahel (University of New South Wales y Australia y Defence Force Academy)

La decisión por parte de Hitler de invadir la Unión Soviética en el verano de 1941 fue, en muchos aspectos, la más importante de la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento, el Ostheer (“Ejército del Este”) alemán superaba en efectivos a los distritos occidentales del Ejército Rojo en una proporción de 1,14 a 1 (3 050 000 hombres frente a 2 743 000); las tropas alemanas estaban mejor entrenadas y lideradas a nivel táctico y operacional, y su doctrina de la Bewegungskrieg (“guerra de movimientos”) superaba los planteamientos de su antagonista casi a todos los niveles; y además, la Operación Barbarroja disfrutó de la sorpresa táctica en toda la línea fronteriza, pues a pesar de los numerosos avisos recibidos, el testarudo Stalin se había negado a creer que Hitler le atacaría sin enviar primero un ultimátum. Y sin embargo, el Ostheer no solo fracasó a la hora de derrotar a la Unión Soviética durante aquel verano de 1941, sino que las consecuencias de ello iban a resultar desastrosas para todo el esfuerzo de guerra germano.

Panzerspähwagen El reconocimiento táctico alemán por Thomas Anderson

A principios del siglo XX, casi todos los países introdujeron los coches blindados en sus fuerzas armadas. Este nuevo sistema armamentístico ofrecía una mejora en la movilidad militar, si bien, al principio, solo en carreteras pavimentadas. En estos vehículos, que ofrecían una protección muy necesaria contra el fuego de armas ligeras, podían montarse ametralladoras e incluso armas más pesadas, y su eficiencia se incrementaría, en gran medida, con el tiempo. Durante la Primera Guerra Mundial se centró la atención en el carro de combate, pues ningún vehículo sobre ruedas podía cruzar el accidentado campo de batalla; sin embargo, mientras que los tanques eran capaces de llevar sus armas pesadas a través del destrozado terreno hasta el enemigo, los blindados de reconocimiento sobre ruedas demostraron ser mucho más efectivos y económicos sobre las carreteras con buen firme y en las zonas urbanas. Más aún, estos vehículos, más ligeros, tenían una velocidad y una autonomía muy superiores.

La batalla del río Vop por David Glantz

Durante los dos primeros meses de la Operación Barbarroja, las fuerzas del Heeresgruppe Mitte (“Grupo de Ejércitos Centro”) del Generalfeldmarschall Fedor von Bock habían avanzado hacia el este, cruzado el río Dniéper, tomado la ciudad de Smolensko, rodeado y en gran medida destruido dos ejércitos soviéticos en una bolsa ubicada al norte y noreste de dicha ciudad y, por fin, formado una línea defensiva de norte a sur que pasaba al este de la misma. A mediados de agosto de 1941, el Frente del Oeste del mariscal de la Unión Soviética Semión K. Timoshenko ya había ejecutado varias contraofensivas con el fin de detener el avance alemán al este de Smolensko y recuperar la ciudad, tarea para la que había desplegado, a finales de julio, seis ejércitos –22.º, 29.º, 30.º, 19.º, 16.º y 28.º– que, tras diversos intentos fracasados, se encontraron alineados en un amplio frente que partía desde la región de Velikiye Luki, al norte, pasaba por las regiones de Bely y Yártsevo y cruzaba el Dniéper para terminar, al sur, ante Yelnia. Con el fin de ejecutar un nuevo intento, Timoshenko había decidido emplear cuatro de estos ejércitos –29.º, 30.º, 19.º y 16.º– que ejecutarían un ataque convergente desde el norte, nordeste y este y romperían las defensas alemanas para capturar Dujovshina y, a ser posible, Smolensko.

Comprender el desgaste por Gregory Liedtke – Laurier University

Para el Ejército alemán, la invasión de la Unión Soviética en 1941, que recibió el nombre en clave de Operación Barbarroja, fue el momento crucial de la Segunda Guerra Mundial. El hecho de que al final no pasara la prueba a pesar de una larga serie de asombrosas victorias iniciales, ha sido debatido desde entonces, en discusiones que se han centrado en gran parte en las elogiadas divisiones Panzer debido a su papel clave en la doctrina de la Bewegungskrieg, o guerra de movimientos, practicada por el Ejército alemán, y más específicamente en su fuerza de carros de combate. La idea más extendida en las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial era que la industria alemana había sido incapaz de compensar el brutal nivel de desgaste sufrido por los Panzer durante el verano de 1941, y que fue por eso que la Operación Barbarroja acabó por renquear y detenerse a primeros de diciembre, porque las divisiones Panzer se habían visto reducidas a un puñado de carros de combate cada una. Sin embargo, las investigaciones más recientes nos cuentan otra historia.

Transformaciones para condiciones extremas por Dennis Oliver

Con la llegada de la guerra motorizada, la dirección y el mantenimiento de estas nuevas herramientas a disposición del comandante de campo –carros de combate y otros vehículos blindados, así como el propio transporte motorizado– han supuesto dificultades específicas y, cuando más se apoyaba un ejército en sus elementos motorizados, mayor era la desventaja que sufría cuando estos eran incapaces de operar. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, que fue el primer conflicto verdaderamente motorizado, los ejércitos europeos habían previsto algunas de estas dificultades, pero otras muchas los sorprendieron por completo. En menos de un año –de marzo a diciembre de 1941– el Ejército alemán, por ejemplo, que había sido formado y entrenado para combatir en el clima templado del norte de Europa, tuvo que operar, bajo temperaturas extremas e incapacitantes, en algunas de las zonas más primitivas e inhóspitas de la tierra.

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