María escribe y te quita la venda de los ojos. La impaciencia te arrastra al siguiente poema. Los insomnios se redondean y dejan de arañar tanto.
Porque “crecer es aprender a contar” aquí María va haciendo la cuenta de sus encuentros y decepciones, sus errores cometidos, las puertas que cerró y ventanas que logró abrir y las heridas acumuladas sobre la piel de su niña interior.