La artista Louise Bourgeois ( París 1911-New York 2010) es un ejemplo excelente de los múltiples y heterogéneos caminos que ha tomado el arte en la pasada centuria: obras escultóricas que parecen piezas arquitectónicas, bocetos que forman parte de proyectos mayores, "instalaciones" y "performances" que ironizan sobre la propia obra, juegos con los materiales más diversos; pero por encima de todo ello, la artista es portadora de un núcleo esencial de motivos, temas y obsesiones que de forma intermitente van apareciendo a lo largo de su trayecto: ese universo propio, singular y exclusivo se despliega desde los primeros años hasta esas obras póstumas que tenía en proyecto en el momento de fallecer. Se diría que el conjunto de su obra responde a unas necesidades íntimas, producto quizás de unos primeros años fundamentales.
