DESPERTA FERRO ANTIGUA Y MEDIEVAL Nº 58: LA TERCERA CRUZADA (I). FEDERICO BARBARROJA

DESPERTA FERRO ANTIGUA Y MEDIEVAL Nº 58: LA TERCERA CRUZADA (I). FEDERICO BARBARROJA

Editorial:
DESPERTA FERRO
Año de edición:
ISBN:
978-92-0-392316-3
Páginas:
68
Encuadernación:
Grapado
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Tras el doble cataclismo de la batalla de Hattin y la conquista de Jerusalén por Saladino (julio y octubre de 1187 respectivamente), las comunidades cristianas de ultramar quedaron reducidas casi a la nada, lo que suscitó la llamada a una nueva cruzada (la Tercera) con el objetivo de reconquistar los Santos Lugares. A la llamada respondieron un emperador (Federico I Barbarroja) y dos reyes (Felipe Augusto de Francia y Ricardo Corazón de León, de Inglaterra). En este primer número dedicado a la Tercera Cruzada abordamos la espectacular campaña militar del primero de ellos, que le llevó a atravesar los Balcanes, Bizancio y la Anatolia selyúcida en un larguísimo viaje plagado de peligros, asedios y batallas y saldado con un sorprendente final.

La caída de Jerusalén (1187) por Adrian J. Boas (University of Haifa)

Aún humeantes los rescoldos de la reciente batalla de Hattin –celebrada el 4 de julio de 1187–, un triunfante Saladino se dispuso a la conquista de ciudades y fortalezas cristianas, una tras otra. Pero su mirada estaba puesta en la ciudad santa de al-Quds, es decir, Jerusalén, la tercera más sagrada para el islam.

Bizancio y los Estados latinos de Oriente, 1148-1187 por Jonathan Harris (Royal Holloway, University of London)

El reinado de Manuel I Comneno (1143-1180) fue el punto culminante de la influencia de Bizancio en los Estados latinos de Oriente, con el emperador proporcionando ayuda militar y financiera contra los enemigos musulmanes. Tras su muerte, esta influencia se evaporó rápidamente y fue reemplazada por la sospecha de que Bizancio era amigo y aliado del sultán Saladino.

Audita tremendi. El eco de la caída de Jerusalén en Occidente y el llamamiento a la cruzada por Carlos de Ayala Martínez (Universidad Autónoma de Madrid)

No hay modo de comprobar la verosimilitud de la piadosa tradición que atribuye la muerte inesperada del papa Urbano III, en octubre de 1187, al disgusto que le causó la noticia de la derrota de Hattin de julio de aquel año. En este imprescindible artículo del afamado profesor Ayala se describe la reacción del Occidente cristiano ante el doble cataclismo de la derrota de Hattin y la caída de Jerusalén, eventos que suscitaron la convocatoria de una nueva cruzada: la Tercera.

Tomar el cielo por asalto. La mentalidad del combatiente cruzado por John France (Swansea University)

Guillermo de Tiro, que escribía en los años setenta del siglo XII y era nativo del reino de Jerusalén, creía que la desconfianza generada por el fracaso de la Segunda Cruzada era que “poca gente, y los que tenían un espíritu menos fervoroso” habían ido a ayudar al Estado cruzado (Guillermo de Tiro II.7.6). El profesor France analiza en este artículo los condicionantes mentales que movieron a miles de personas a tomar cruz y cayado y acudir a las cruzadas.

Saladino, el relámpago sirio (1187-1189) por Javier Albarrán (Universidad Autónoma de Madrid)

Tras la victoria en Hattin y la conquista de Jerusalén, Saladino inició una serie de campañas, regadas con ideología de yihad, que le llevaron a arrebatar a los cruzados la mayor parte de sus posesiones en Tierra Santa. No obstante, el fracaso del sultán en el asedio de Tiro permitiría la llegada de nuevos contingentes desde Occidente.

“¡Oh mar, oh tierra, oh cielo!” La cruzada de Federico Barbarroja en su contexto histórico por Ferdinand Opll (Universität Wien)

La gesta protagonizada por el emperador Federico Barbarroja y sus huestes es sin duda merecedora de una atención detallada, tanto por su ingente tamaño (en torno a 50 000 hombres), como por el larguísimo recorrido (desde Ratisbona) a través de los Balcanes, Bizancio y la Anatolia selyúcida, un viaje plagado de peligros, penurias, conquista de ciudades y fortalezas y batallas campales.

“Me agrada el sonido de la loriga”. Armas y armaduras de los combatientes cruzados en tiempos de la Tercera y Cuarta cruzadas por David Nicolle

El fracaso de la Segunda Cruzada, así como de otras expediciones militares de Occidente sobre territorios musulmanes, se achacó a la arrogancia, el orgullo, el exceso de confianza y la inclinación al lujo de los guerreros cristianos. Casi nunca, o nunca, a la competencia militar y política de sus oponentes musulmanes. En Occidente se daba por sentado que, aunque ciertamente Dios pudiera castigar a los cristianos por sus pecados, en ningún caso ayudaría a sus oponentes infieles.

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