EL OTRO FRANCO

EL OTRO FRANCO. EL FRANCO INTELECTUAL Y EL FRANCO DE LA REPUBLICA

Editorial:
ALBA EDITORIAL
Año de edición:
ISBN:
978-84-96617-90-2
Páginas:
248
Encuadernación:
Otros
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Desde esta perspectiva, Julio Merino se dispone a mostrarnos la cara menos habitual de Francisco Franco, la del militar leal y disciplinado, y también la del entorno en el que se lanza a la vida pública, cuando España aún sigue convaleciente del «Desastre del 98» y se empiezan a ver los efectos de la Revolución de Octubre de 1917 y el surgimiento de la Unión Soviética en el mundo, todo combinado con el complejo ambiente de entreguerras:

«Franco es, además, protagonista destacado en la guerra de África, siendo el general más joven de Europa en 1926, el sal­vador de la República en 1934, el Generalísimo en 1936 y el jefe del Estado entre 1936 y 1975 (uno de los mandatos más largos de la historia de España, incluidos los Reyes de la Casa de Aus­tria y los Borbones), es decir, sesenta años de ininterrumpido protagonismo histórico. Por tanto, ¿quién puede negarle a Fran­co su categoría de «personaje histórico» sin caer en el ridículo? Por lo que se refiere a lo personal, el personaje Francisco Franco no puede entenderse sin tener presente las líneas maes­tras de su conducta y su pensamiento (un pensamiento mode­lado y sostenido, como se demostrará en este libro, en las intensas lecturas de sus mejores años) como hombre, como padre de familia, como creyente, como militar, como político y como español.» (pág. 23)

Es esta visión completa de Franco, el semblante, el que nos presenta Julio Merino en su libro. Unos años de formación que sin duda serían decisivos en su futura acción de gobierno en España durante cuarenta años. Tal y como señala el autor de sus conversaciones con el «cuñadísimo» Ramón Serrano Súñer. Los temas militares históricos, tales como estudios de la Batalla de Austerlitz (1805), también abundarán entre sus lecturas. Será Franco en sus años de formación un gran apasionado de la lectura, con autores en consonancia con los tiempos que le tocó vivir: no sólo los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, sino las reflexiones de Miguel de Unamuno, la literatura de Valle Inclán, los hermanos Machado o Jacinto Benavente, las reflexiones de Ángel Ganivet en su Idearium español o los escritos de José Ortega y Gasset, a quien conocería a raíz de la lectura de su «Vieja y nueva política» de 1914 y con quien rompería al declararse al servicio de la República el 11 de febrero de 1931, así como al leer su artículo «El error de Berenguer», publicado en El Sol el 15 de noviembre de 1930, que terminaba con la profética frase Delenda est monarchia.

Más tarde, cuando Ortega reculó respecto a su defensa republicana al publicar en Crisol el 9 de septiembre de 1931 su famoso «¡No es esto, no es esto!», viendo la deriva anticlerical y radicalista que tomaba en manos del gobierno provisional, Franco tomó contacto con Ramón Serraño Súñer y le envió el recorte periodístico con unas palabras de su puño y letra que decían: «Dile a tu filósofo que esto de acuerdo con todo» (pág. 57). Tampoco faltan las menciones al Franco autor, como Diario de una Bandera (1922), donde describe con toda su crudeza la campaña librada en Marruecos (pág. 85), o el guión de la famosa película Raza (pág. 99).

Lejos del maniqueísmo izquierda/derecha tan propio de posiciones míticas, Julio Merino señala un caso muy curioso, como es la afición de Franco por la lectura de obras como los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós y sus comentarios sobre el Episodio número 9, «Juan Martín el Empecinado»; comentarios sobre la guerrilla que fueron leídos nada menos que por el Che Guevara: «Curiosamente, muchos años más tarde, según me comentó Serrano, las autoridades bolivianas que acabaron con el Ché Guevara encontraron entre sus pertenencias una copia del folleto de Franco que guardaba con las tácticas guerrilleras que Galdós describe en su “Empecinado”». (pág. 51)

Ya proclamada la II República, Julio Merino plantea la relación entre Francisco Franco y Manuel Azaña, quien sería Primer Ministro y también Ministro de la Guerra durante el primer bienio republicano, como una relación antagónica, en la que Azaña pretendería desmantelar el ejército y también así al propio Franco. Desde la página 120 hasta la 127 se describe el episodio del cierre de la Academia Militar de Zaragoza en 1931, que dirigía Franco, y el discurso de despedida ante sus soldados, en el que encarece la virtud marcial de la disciplina frente a todo tipo de decisiones, incluso las más arbitrarias.

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