En las apasionantes páginas que componen La ciudadela interior, Hadot deja constancia de cómo las Meditaciones de Marco Aurelio se insertan en la tradición de los ejercicios espirituales que, como el filósofo francés ha demostrado a lo largo de su obra, puede recorrer la larga distancia que va de los filósofos griegos hasta Foucault. En sus propias palabras, las Meditaciones son el libro de un hombre de acción, que busca la serenidad porque es la condición indispensable de la eficacia. La ciudadela interior nos enseña cómo el aprendizaje del dominio de las propias pasiones puede ser la base para gobernar todo un imperio.
Con la escritura de sus Meditaciones, Marco Aurelio desarrolló una disciplina interior que le permitió llevar a término un gobierno de la ciudad desde una perspectiva filosófica, cuya principal tarea no era velar por el propio interés, sino aplicar la justicia en la medida de lo posible. La ciudad se convierte así en un símbolo del alma del filósofo, de modo que su gobierno es inseparable de su praxis espiritual. Las preguntas y los planteamientos que propone Pierre Hadot en La ciudadela interior son, en nuestra época, más que nunca actuales y de gran interés cultural para todo aquel que, en un momento de severa crisis económica, busque en la filosofía antigua como en la moderna una forma de vida de lo más plena. Par tiendo de la conocida frase de Marco Aurelio «¿Qué puede guiar a un hombre? Una única cosa: la filosofía», Hadot nos enseña (tal y como demostró en La filosofía como forma de vida) que hacer filosofía no consiste en resolver problemas abstractos, sino en mejorar nuestra misma forma de vivir.