LA TIERRA LO ESPERABA

LA TIERRA LO ESPERABA. BOLSILLO

Editorial:
ESPASA
Materia
Clasicos
ISBN:
978-92-0-230401-7
Páginas:
280
Encuadernación:
Bolsillo
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LIBRO NUEVO, AUNQUE CON ALGUNA MARCA DE ÓXIDO POR HUMEDAD.


Pasó sus primeros años de vida en su pueblo natal, situado al pie de la falda norte de
Sierra Nevada, donde aprendió las enseñanzas propias del contacto con la naturaleza y
con la vida agraria hoy en vías de extinción. A la edad de quince años, sus padres
decidieron enviarlo a la capital para que hiciera el bachillerato, estudios que él alternaría
con distintos trabajos, de cuyos modestos ingresos se ayudaba para su manutención.
Uno de estos trabajos marcaría, sin embargo, su futuro, al entrar como taquígrafo en el
diario de la mañana Noticiero Granadino, en cuyos talleres permaneció hasta 1932, año
en que fue contratado como redactor del periódico, sin que desde entonces hasta su
muerte dejase ya nunca de colaborar asiduamente en distintos medios escritos de la
ciudad. Poco después, en la primavera de 1933 y meses antes de cumplir sus 21 años de
edad, ingresó por oposición en el cuerpo técnico del Ministerio de Gobernación,
entrando a trabajar como funcionario en el Gobierno Civil de Granada, donde
permanecería ya hasta su jubilación, casi cinco décadas más tarde, viéndose obligado
durante los 40 años de régimen franquista a mantener ocultas sus ideas políticas, afines
siempre desde su juventud al socialismo.
A pesar de tratarse de un escritor precoz y bastante prolífico, Fernández Castro
no consiguiría publicar su primer libro hasta poco antes de cumplir los 40, momento en
que Ediciones Rumbos sacó a la luz en Madrid La sonrisa de los ciegos (1950), una
serie de episodios en prosa y verso, narrados con gran lirismo y con el denominador
común de girar en torno al misterioso e inquietante mundo de sus protagonistas
invidentes. Favorablemente recibida por la crítica, la obra no sólo alcanzaría luego
numerosas reediciones, sino que haría posible al autor continuar su carrera literaria por
derroteros tan dispares como la poesía, el teatro, el ensayo o la biografía, aparte de los
géneros en los que mejor se desenvolvió siempre: la novela y el cuento. Así, poco a
poco fueron apareciendo sus sucesivos libros: la comedia A la sombra del árbol de los
besos (1952), revisada y reeditada años más tarde con el título de Olite. Víspera de San
José (1971), finalista del premio García Lorca de Teatro de la Universidad de Granada;
el ensayo Sentido estético del amor (1953); la serie de cuentos El chaqué y otros relatos
(1960), título con el que fundó en Granada la colección ‘Hombres y Caminos’ (donde
en 1984 publicaría una edición conjunta de La sonrisa de los ciegos y A la sombra del
árbol de los besos); el libro de poemas Antes del último instante (1967) y, sobre todo, la
novela La tierra lo esperaba (1974), escrita gracias a una beca concedida por la
Fundación Juan March y publicada por la editorial Espasa-Calpe en su prestigiosa
colección Austral. Considerada sin duda como su obra cumbre, no en balde es la que
mayor reconocimiento público le proporcionó a lo largo de su vida, la novela describe,
con una técnica tradicional cercana al realismo decimonónico, aunque en un estilo
bastante ágil, la tragedia a la que aboca el odio de clases en una pequeña comunidad
rural.
Cuatro años después, Fernández Castro obtuvo el premio Ángel Ganivet de
narrativa 1978 de la Universidad de Granada (compartido ex aequo con La mala
conciencia, de Eduardo Castro) por su obra Balada del amor prohibido (1980), una
novela escrita treinta años antes y guardada hasta entonces “en un cajón, a la espera del
momento adecuado para darla a conocer, como tantas otras cosas en este país”, según
declararía tras conocer el fallo el propio autor, quien después de haber mantenido en
silencio su ideología socialista durante la dictadura franquista se haría por fin militante
del PSOE con la llegada de la democracia. Precisamente en las líneas introductorias a
esta novela, Fernández Castro contaba así su paso por la oficina del Gobierno Civil:

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