Después de dar muchas vueltas, por fin encontró una casita. Allí podría descansar ¡Qué alivio! Lo que Ricitos de Oro no sabía era que en esa casa vivía una familia de osos.
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información