En estas Memorias consagradas esencialmente a la campaña de
Italia, Stendhal busca ante todo el elemento auténtico que pueda
impresionar al lector, pero también el que corrobore su idea. Por
eso, para él, las fuentes no tienen demasiada importancia: basta
con que el detalle exista, que sea verosímil o, al menos, que
participe de la verdad. No siente pues escrúpulo alguno en
asimilar determinada circunstancia por poco que parezca exacta y
se aproxime a la idea que se hace de tal acontecimiento.