El carro de combate apareció durante la Primera Guerra Mundial, en 1917, como un medio para solucionar el sangriento impasse que supuso la guerra de trincheras. Lejos de permanecer sujeto a esa misión, en el periodo de entreguerras los estrategas militares desarrollaron nuevas doctrinas sobre su empleo, convirtiéndolo en el elemento central del campo de batalla durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, un siglo después de su concepción, los MBT (tanques principales) son la máxima expresión de la guerra moderna. Sin embargo, recientes acontecimientos como los conflictos de Oriente Medio o la guerra de Ucrania ponen en entredicho su validez como arma decisiva y, sobre todo, su rentabilidad, dados su elevado coste y su evidente vulnerabilidad en el nuevo campo de batalla tecnológico, donde la munición inteligente, los misiles del tipo Fire & Forget, los drones y la guerra informática parecen reducirlo a la impotencia.
¿Por qué esta arma que debía acabar con las guerras se terminó asentando firmemente en ellas?
¿Cumple todavía un rol decisivo en el campo de batalla del siglo xxi o estamos asistiendo en nuestras pantallas al final de su historia?
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