Cuando Regina Soldevila era una niña y jugaba al escondite por elpasaje Sert, cruzó por primera vez la mirada con un muchachitoraquítico que lo espiaba todo desde su ventana. Estamos a finales delsiglo XIX, en la Barcelona de las grandes ilusiones. Josep Maria Sert, que acabaría siendo el mejor pintor muralista del mundo, se enamoróde Regina antes de iniciar su fulgurante carrera de éxitointernacional y nunca se acabaron de separar del todo. Mientras élcoleccionaba amantes ilustres (Colette, Misia, Roussy Mdivani...),ella procuraba formar una familia que le hiciera olvidar la pobreza,los conflictos que sacudían la ciudad y aquel primer amor. Su aventura nos emociona y nos abre los ojos a una ciudad fascinante. En elcrecimiento de Regina tendrán mucho que ver el teatro, los amigos, elbarrio de Sant Pere y otro pasaje más escondido, más humilde, que confrecuencia le sirvió de refugio: el pasaje Cirici, la distancia máscorta entre la ciudad vieja y la ciudad nueva y uno de los rinconescon más secretos de Barcelona.