DESPERTA FERRO ANTIGUA Y MEDIEVAL Nº 75: ALFONSO XI Y LA BATALLA DEL ESTRECHO

DESPERTA FERRO ANTIGUA Y MEDIEVAL Nº 75: ALFONSO XI Y LA BATALLA DEL ESTRECHO

Editorial:
DESPERTA FERRO
Año de edición:
ISBN:
978-92-0-437975-4
Páginas:
65
Encuadernación:
Grapado
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El rey Alfonso XI de Castilla (reg. 1312-1350) o el Onceno, como era conocido por entonces, perdió a su padre siendo muy joven, con apenas un año de edad. Se abrió entonces un largo periodo de regencia que sería muy perjudicial para Castilla, pues abrió la caja de Pandora de las disputas entre los nobles, que competían entre sí por el poder, las prebendas y los privilegios de la corte. Entre estos destacó don Juan Manuel, príncipe de Villena, a quien recordamos hoy por su colección de relatos moralizantes, El conde Lucanor, pero que en su momento supuso un verdadero problema para la Corona castellana. Este periodo de debilidad se tradujo en derrotas castellanas ante el principal enemigo de Castilla, el reino nazarí de Granada, como el llamado Desastre de la Vega de Granada. Alcanzada la mayoría de edad, Alfonso se hizo con las riendas del poder y emprendió política agresiva en la frontera sur. Por entonces el reino de Granada colaboraba estrechamente con el sultanado benimerín del norte de África, por lo que los castellanos hubieron de toparse con un doble y formidable enemigo. La rabiosa y compleja guerra que comenzó entonces se expresó de muchas formas: con trepidantes batallas navales, como la de Bullones, espectaculares batallas campales, como la del Salado, y durísimos asedios, como los de Tarifa, Algeciras y Gibraltar. En este último la fortuna dejó de sonreír a Alfonso y, mientras el ejército castellano se hallaba cercando la península, se extendió por el campamento una epidemia que no era otra que la Peste Negra, que acababa de llegar a Europa. El rey Alfonso enfermó y murió, dando así punto final a la campaña y a una exitosa vida dedicada al fortalecimiento de la Corona frente a los nobles y a la expansión territorial del reino.

El rey huérfano por David Gallego Valle (Universidad de Castilla-La Mancha)

En 1325 el rey alcanzaba su mayoría –con catorce años– y se disponía a intentar desembarazarse de la influencia de los distintos tutores que habían marcado su vida desde que, siendo un niño, había ascendido al trono de León y de Castilla, sumiendo a sus territorios en una anarquía fruto de las luchas banderizas que habían llevado al reino, prácticamente al colapso. Primero la tutoría de su abuela, María de Molina junto a su tío Pedro, marcada por el desastre de la vega de Granada y la muerte de los infantes. Posteriormente, la presencia de su tío, el infante Felipe, junto a Juan el Tuerto y don Juan Manuel, conllevaron unos años de inestabilidad y luchas nobiliarias a gran escala. Y, finalmente, don Juan Manuel, prácticamente un rey en la sombra, cuyo ascendiente le permitió afianzar, en un primer momento, en el poder al joven monarca y, a la postre, le llevó a ser su más enconado enemigo, con el que luchó, en diferentes fases, durante prácticamente una década.

La media luna y la cruz. La decisiva disputa por el dominio del mar en el Estrecho entre 1339 y 1340 por Manuel Flores Díaz

El conflicto emocionante, duro, cruento y de final incierto que supuso la búsqueda de la hegemonía en las aguas que separan las costas del sur de la península ibérica de las del norte de África y que se ha venido denominando la campaña del Estrecho, se inicia hacia 1275 y no concluye hasta 1350. Se decidía cuál de los contendientes era capaz de mantener el control sobre las aguas del Estrecho para así influir decisivamente en los acontecimientos bélicos que se estaban desarrollando en el sur de la península Ibérica.

La batalla del Salado por Ekaitz Etxeberria Gallastegi (Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea)

El 30 de octubre de 1340 las fuerzas castellanas, apoyadas por tropas portuguesas, se enfrentaron a un ejército combinado meriní y granadino en las cercanías de Tarifa. La victoria cristiana en la resultante batalla del Salado supuso un hito destacable en la denominada “batalla del Estrecho”.

El asedio de Algeciras por Francisco García Fitz (Universidad de Extremadura)

En varios embates, Alfonso XI había conseguido arrebatar a los musulmanes algunos núcleos fortificados en las fronteras. Aunque no pudo impedir la pérdida de Gibraltar en 1333, fue capaz de mantener Tarifa y derrotar a los musulmanes en la batalla del Salado. Esta victoria dio alas al rey castellano-leonés para plantearse objetivos de mayor envergadura: en 1341 puso cerco y conquistó Alcalá la Real y otra media docena de fortificaciones en la frontera jiennense. Pocos meses más tarde, ya en mayo de 1342, iniciaba una operación de gran alcance para anexionarse la villa de Algeciras, contando para ello con el apoyo militar portugués, aragonés, genovés y con el soporte papal a través de una bula de cruzada que resultó muy atractiva para los efectivos europeos.

Nazaríes y benimerines en el periodo de la batalla del Estrecho por Rafael G. Peinado Santaella (Universidad de Granada)

Los emiratos benimerín y nazarí tuvieron unos comienzos paralelos, se entrecruzaron después –aunque con distinta intensidad y duración temporal– en los ámbitos político, cultural y económico, y terminaron alejándose. Cuando en 1274 se inició el periodo conocido como la batalla del Estrecho, los dos Estados habían superado ya su etapa fundacional y cuando, a mediados del siglo XIV, se cerró aquel periodo el primero de ellos entró en una larga decadencia y el segundo, en cambio, comenzó su medio siglo de mayor esplendor.

Don Juan Manuel y los nobles rebeldes. La oposición a Alfonso XI y el triunfo regio (1333-1338) por Fernando Arias Guillén (Universidad de Valladolid)

Según la Crónica de Alfonso XI, Dios le había encomendado dos tareas fundamentales al rey: “la una la justiçia, e la otra la guerra contra los moros”. Ambos objetivos estaban estrechamente unidos a ojos del cronista: Alfonso XI pudo dedicar sus fuerzas a luchar contra los musulmanes una vez que había conseguido restaurar el orden y la justicia en el reino. Después de acabar con la oposición de don Juan Manuel y otros magnates rebeldes, quienes entorpecían cualquier acción bélica en la frontera, el monarca emitió el ordenamiento de Burgos de 1338. Este documento regulaba, por primera vez, las obligaciones militares de los nobles, lo que refleja el fortalecimiento del poder real en este periodo y el deseo del Onceno de prepararse para la guerra.

La “gran estrategia” defensiva de Castilla en la frontera sur. La articulación de las ciudades andaluzas en el reinado de Alfonso IX por Jesús García Ayoso

Alfonso XI configuró todo un sistema defensivo que conectaba las grandes ciudades del valle del Guadalquivir con las fortalezas y enclaves defensivos de la primera línea fronteriza, y que permitía conectar hombres, alimentos y recursos para satisfacer las necesidades bélicas.

El cerco a Gibraltar y la muerte de Alfonso XI por Manuel López Fernández (Universidad Nacional de Educación a Distancia)

Para el rey Alfonso XI Castilla, la pérdida de Gibraltar en 1333 resultó una deshonra que nunca pudo superar. En cuanto pudo, intentó recuperar la plaza poniendo sobre ella los medios técnicos más avanzados del momento, pero no fue suficiente la firme voluntad del rey, porque además de luchar contra sus rivales en tierra, se enfrentó entonces a un enemigo invisible que terminó por derrotarlo.

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