El cultivo antiguo de variedades silvestres, mediante hibridaciones y cuidados específicos, ha dado como resultado la gama de cereales que hoy conocemos, y que son más obra del hombre que de la naturaleza. El trigo, el centeno, la avena y la cebada en Occidente, el arroz en Oriente y el maíz en el Nuevo Mundo sacaron a la humanidad de la prehistoria.
Y a partir del cereal se elabora el pan, símbolo por excelencia de la alimentación civilizada y portador de una importante carga religiosa y ritual, pues el Genesis hace ya mención explicita al mismo. O la pasta, hoy tan extendida. Incluso bebidas alcohólicas que se obtienen de la fermentación de los diversos cereales. También del amanecer de la humanidad arrancan las sopas; el hombre primitivo en efecto descubrió el apetitoso sabor del agua de cocción de ciertos alimentos, y de este modo nació el que seria un gran recurso alimenticio de las clases populares a lo largo de los siglos: las sopas, universales en su sencillez o en su complejidad.