Tras haber volado lejos
de la que algu n di a escribio estos versos, os digo: Que me sigo viendo en ellos,
aunque su eco ya no resuene en mi.
Que por mucho que vuele,
mis plumas dejan un rastro
en todos los nidales en los que fui.
Y es desde la lejania
que recuerdo co mo termine
por incendiar aquel refugio,
Con todos esos hogares dentro.
Y co mo, de entre las cenizas, lograron rescatar estas rimas, que al igual que las penas
de las que fueron engendradas, ya no son mi as.
Quiza s, de esta manera,
Todas las mujeres tristes entiendan que en su soledad habita su libertad,
y que no han de buscar refugio,
pues en la profeci a esta escrito:
que no hallara n ninguno.