Alejandro Magno, dueño y señor de la mitad del mundo conocido hasta entonces, agoniza sin haberse decidido a nombrar sucesor. Tras su muerte, los «juegos funerarios» no son los torneos homéricos sino las cruentas luchas por el poder absoluto.
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información