Muéstrame a una actriz que no sea una personalidad y me mostrarás a una mujer que no es una estrella Desde su nacimiento, Katharine Hepburn parecía destinada a convertirse en un símbolo de la mujer moderna sobre el escenario, en la pantalla y en el mundo. Extremadamente competitiva, reservada e independiente, Hepburn tenía una parte de la atleta olímpica Babe Didrikson, una parte de Amelia Earhart y dos partes de Greta Garbo. Aunque estuvo emparejada a menudo con los grandes actores de Hollywood -Humphrey Bogart (La reina de África), Cary Grant (La fiera de mi niña),; James Stewart (Historias de Filadelfia), y Spencer Tracy (La costilla de Adán, La mujer del año) - Hepburn era capaz de sacar adelante sus propias películas como Locuras de verano, Las cuatro hermanitas y La gran aventura de Silvia en una carrera sobre el escenario y en la pantalla que abarca ocho décadas. Su hogar nunca estuvo en Hollywood (donde ganó cuatro Oscars) o Nueva York, sino en Connecticut, donde murió lamentándose: "Podría haber logrado el triple como mucho. No he agotado todo mi potencial".
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