Cuento de los hermanos Grimm. Gracias a la plastilina, los animales, el bosque y hasta las aguas del río cobran vida.
Érase una vez una cabra que tenía siete cabritillos. Vivían en una cabaña, en medio del bosque. La cabra les pedía siempre a sus hijos que no jugaran lejos de casa, pues por aquel bosque rondaba un lobo muy feroz.