Queridos lectores:
Este detestable caso lo resolví durante las vacaciones de verano, con la inestimable ayuda de mi amigo Lucas. Y es que ya sabéis que el cerebro de una verdadera detective no descansa ni en vacaciones. Menos aún cuando de pronto se cruzan en el camino unos piratas... Bueno, exactamente piratas no sé si eran, porque ya no existen... ¿O tal vez sí?
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