Pedro Andreu en este poemario deja de ser él mismo para hacerse canción. Asistimos a una nueva pirueta en su producción que aúna con delicadeza y acierto dos d e sus tendencias líricas creando poemas cotidianos repletos de complejas imágenes surrealistas. Poemas por cuyo estilo alguien calificó como "irrealismo sucio".
En este libro nos regala la atmósfera de los vinilos, la piel de las ciudades que duermen dentro de un LP, y nos sumerge en un Madrid alucinado y hostil donde los personajes que lo pueblan parecen sacados a la fuerza de canciones con sabor a garaje. Bajo toda esa ostredad y carencia está presente toda la íntima dolencia del autor con honestidad y valentía.
Pues eso, que Pedro sabe mejor que ninguno que nadie canta como Amy Winehouse; y nosotros sabemos que Amy es más Amy cuando se alza de puntillas en la bañera dentro de este poemario y se pne a cantar para él -para nosotros-, colocada, frágil, diosa definitiva del final de las cosas y el exceso, despeinda y altiva, ya sin nada que perder ni ganar.
