Yûsuke siempre ha tenido un problema: es incapaz de expresar emociones con su rostro, por lo que todas sus parejas le han acabado dejando, acusándole de ser frío y distante. Es una situación que a él no le agrada en absoluto, y cree que su vida sería más fácil si pudiese ser más expresivo. Una noche, durante su trabajo como miembro de seguridad de una discoteca, se topa con Saya, un joven mujeriego de piel morena y pelo rubio asiduo del local, muy extrovertido y que suele discutir y pelearse debido a sus continuos ligoteos. Yûsuke acaba ayudándole cuando se lo encuentra tirado y borracho en plena calle, y le presta dinero poco después. Tras tantos favores, Saya decide compensarle cocinándole todos los días platos de lo más sabrosos. Pero lo más importante es que Yûsuke se da cuenta de que Saya es la primera persona que sabe detectar las emociones de su rostro.
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