Un café excepcional, un aperitivo clandestino y una deliciosa pasta a la carbonara, una azotea de ensueño, dormir en la villa más bonita de Roma bajo frescos renacentistas, un paseo en bici por Via Appia, un pícnic en un maravilloso jardín, cenar en una pescadería y saborear una de las diez mejores pizzas del mundo.