Nuestra piel es de quien la eriza, de quien nos rescata del naufragio con un abrazo, de quien nos reconforta con una caricia y nos recarga el corazón, envolviendo las heridas de nuestra alma y haciéndonos saborear la calidez de cada pequeño detalle. Momento a momento, instante a instante, cada muestra de afecto nos hace apreciar lo verdaderamente importante de la vida que no es más que compartirla cada día.