A Rosa le dijeron hace doce años que le quedaban dos de vida. Tenía entonces 53. En este tiempo se ha convertido en una experta en el arte de caer y levantarse, una especialista en rebeldía. Le planté cara al agresivo cáncer de ovarios que tenía, a las posteriores metástasis y a la temida quimioterapia. Es una enferma crónica que apura todo lo que la vida le ofrece con auténtica pasión y una vitalidad envidiable. Cuando toca sufrir sufre, cuando toca gozar se entrega a fondo al disfrute.