«Vivimos tiempos en los que las víctimas de ETA están amortizadas y abandonadas al olvido. Resulta increíble comprobar cómo hemos invertido la pirámide de valores y admitimos como normales realidades que hace escasamente 20 años nos hubieran parecido intolerables. Hoy los asesinos gozan de privilegios penitenciarios, acercamientos a cárceles del País Vasco y homenajes cuando vuelven a sus pueblos. Mientras hay más de 350 crímenes sin resolver, más de 350 familias que desconocen quién fue el autor material —y por supuesto el autor intelectual del asesinato de su familiar—, con el dolor, el desasosiego y la sensación de injusticia que eso genera, tenemos a Bildu, que es ETA, en las instituciones como si de un partido democrático más se tratara»
