En esta nueva obra, Joaquín Cuevas aborda el momento en el que León deja de contar con rey propio (1230), un año que todos los libros coinciden en señalar como la fecha que marca el fin del leonés como reino independiente. «Nada más lejos de la verdad "dice Cuevas". El único cambio que tuvo lugar fue que la corona de varios reinos estaba en manos de una sola persona, pero León siguió manteniendo sus propias leyes, usos e instituciones». De hecho, el autor afirma categóricamente que este reino «nunca formó parte de la Corona de Castilla», y lamenta que muchos buenos investigadores e historiadores «se llevaran a la tumba lo que sabían sobre este tema por pertenecer al campo de lo políticamente incorrecto». Cuevas avisa de que la obra ofrece «datos nunca antes publicados» sobre esta época de la historia «tan poco estudiada».
